“Paraíso del pop”, el movimiento que dio vida a una era dorada del pop chileno: los recuerdos de la ola musical de los 2000 y el revival que viene

“Paraíso del pop”, el movimiento que dio vida a una era dorada del pop chileno: los recuerdos de la ola musical de los 2000 y el revival que viene

Entre las dos primeras décadas del nuevo milenio, surgió en Chile una escena musical que dio que hablar dentro y fuera del país y que fue el impulso para varios de los artistas nacionales más destacados del presente. Aquí, Javiera Mena, Mariana Montenegro de Dënver y Andrés Nusser, de Astro, reviven esos años y hablan de la nostalgia por esa época, que podría llegar a ser un motor para traerla de vuelta.

FUENTE: THE CLINIC

“¡Maricones!”, era algo que les solían gritar a Mariana Montenegro y Milton Mahan en las primeras tocatas en las que participaron como dupla. Ambos eran oriundos de San Felipe, donde se conocieron, se hicieron pololos y formaron Dënver, una banda que fue parte de la era dorada del pop chileno y que dio sus primeros pasos hace casi dos décadas, en el acotado circuito cultural de su ciudad natal. 

Como no había dónde regodearse, las tocatas punk que se hacían en algunos locales nocturnos fueron de los primeros escenarios a los que se subieron. Ahí, casi todos los grupos que participaban tenían una formación de guitarra, bajo y batería, por lo que Montenegro llamaba la atención con su teclado Casio que llevaba a todas partes. Así acompañaba las melodías pop del incipiente dúo que se ganaban, en primera instancia, la reprobación de la audiencia. 

“Al final igual nos aceptaban. Como que igual podíamos conmover el corazón de esa gente que se manifestaba de otra forma. Éramos chicos rebeldes dentro de este contexto”, recuerda Montenegro. Aunque el ambiente regional quizás potenciaba esa resistencia a lo nuevo, lo cierto es que los prejuicios en torno al pop eran algo a lo que se tuvieron que enfrentar buena parte de los exponentes nacionales de ese género, en los primeros años de los 2000. 

“La generación previa estaba más marcada por una irreverencia hacia algo y ese algo podía ser lo establecido de la radio, que era el pop”, opina Javiera Mena, que sin embargo aclara que, al menos en Chile, no vivió esos prejuicios en carne propia y que, en sus primeros años de carrera, la gente con la que se rodeaba demostraba mucha curiosidad por la música comercial de décadas pasadas. “En ese momento internet estaba recién más accesible y nos juntábamos a ver videos. Nos parecía bacán el pop ochentero y noventero de México”, dice.

Los prejuicios que rondaban en la época son una señal inequívoca de que por entonces comenzaba a gestarse un fenómeno inédito en Chile, una generación que abrazaba el pop desde distintos lugares y que estuvo encabezada por los proyectos ya mencionados, además de nombres como Francisca Valenzuela, Alex Anwandter, Gepe, Pedropiedra y Camila Moreno. A nivel sonoro renovaron completamente lo ya conocido en el país, mientras que en el plano más formal, se adaptaron a los tiempos que corrían, de la mano del internet y de la autogestión. Además, los resultados también fueron impensados, poniendo a Chile en la vanguardia y delantera de la música hispanohablante de aquella época.

“Son bandas locales que hoy día son un poco los pilares de la música nacional“, valora sobre esa época Roberto Parra, fundador de la productora Fauna, empresa que fue creciendo a la par de esa generación y que gestó importantes espacios para esa escena. “Los que hacían pop en esa época de verdad lo hacían por convicción y ellos comprobaron que era muy cool hacer pop y de esa forma lograron sobresalir sobre el resto”, añade Parra.

Aprender sobre la marcha

“¡Culeros!”, les gritaban una y otra vez a la banda Astro en el Zócalo de la Ciudad de México, uno de los espacios públicos más importantes de la capital de aquel país, donde en 2015, cerca de 45.000 personas fueron testigos de uno de los deslices más inoportunos del grupo. Por esos días, se celebraba la Semana de la Juventud, con cuatro jornadas de maratónicos conciertos gratuitos y al aire libre. Eran dos escenarios enfrentados donde se intercalaban los grupos que tocaban. Cada uno tenía 20 minutos y la idea era que no hubiera pausas. Cuando terminaba uno, comenzaba enseguida el otro.

Luego de la presentación del trío mexicano Liquits, era el turno de la banda nacional, aunque, cuando las miradas del público se dirigieron a su escenario, lo único que vieron fue a un puñado de personas conectando cables lo más rápido posible. Las quejas de la audiencia no se hicieron esperar y, debido al retraso, el grupo pudo usar solo un poco más de la mitad del tiempo que tenían asignado.

“Los Astro éramos una banda indie que estaba jugando a ser profesional, pero no teníamos idea. Varias veces dimos jugo en viajes. Técnicamente no estábamos preparados. No cachábamos tampoco el rigor de la hueá. Como que íbamos y era un desastre, pero eso no quiere decir que éramos hippies. Estábamos tratando de hacerlo lo mejor, pero no entendíamos bien el juego técnico, el juego de rigor”, comenta Andrés Nusser, vocalista de la banda, que a partir de su debut en 2009 fue una de las protagonistas de la segunda ola de la generación dorada del pop chileno.

La autocrítica de Nusser apunta a un tema que se repite en las conversaciones con los nombres destacados de la escena musical de la época. La autogestión, una de las banderas de lucha de esa generación, traía muchas ventajas pero también complicaba las cosas a la hora de ir subiendo escalones en la industria.

En 2011, Dënver estaba en el punto más alto de su carrera tras lanzar su celebrado álbum “Música, gramática, gimnasia”. El trabajo les valió su primera invitación a tocar fuera de Chile, específicamente a España. Todo el entusiasmo del viaje se desvaneció rápidamente al aterrizar en Europa, ya que la policía los retuvo toda una noche en el aeropuerto debido a una confusión con los permisos para trabajar en el país, fruto de la inexperiencia que tenía la banda en esos asuntos. “Fuimos profesionalizándonos a medida que íbamos creciendo, pero no había a quién preguntarle. Había que ir aprendiendo en el camino”, comenta Mariana Montenegro.

El mal momento del aeropuerto terminó con un final feliz, ya que sus fanáticos hicieron una campaña en Twitter con el hashtag #LiberenALosDënver, que llegó a ser trending topic, y en Facebook se creó un grupo con el mismo propósito, que en pocas horas llegó a 700 miembros. La presión ayudó a que el dúo pudiera realizar su gira y darse cuenta de cómo había crecido su propuesta. Un día, en el metro de Madrid, una joven se les acercó y les preguntó “¿Vosotros sois Dënver?”, mientras les acercaba sus audífonos y les mostraba que los estaba escuchando.

Las posibilidades del internet

Javiera Mena también concuerda con la idea de que tuvieron que ir superando desafíos y aprendiendo sobre la marcha. En su caso, un ejemplo de eso lo vivió cuando en 2008 fue convocada por primera vez al festival Vive Latino en México. “Yo recién estaba empezando a tocar y en Chile tampoco tenía muchos conciertos. En mis primeros años era como una tocata aquí, una tocata allá, no era como que de una había una escena gigante. Entonces yo me acuerdo que fui al Vive Latino y tampoco tenía mucha experiencia de banda ni de nada. Pasaba eso, había como una fama internacional, pero tampoco estábamos con las estructuras y con shows o espectáculos tan preparados para ciertas cosas”, opina.

Ese mismo festival fue un hito de consagración para muchas bandas de esa escena. Denver fue por primera vez en 2012. “Eran momentos en que uno dimensionaba que había gente que te escuchaba en otros países”, señala Montenegro. Mena la complementa. “Nos tocó viajar mucho y empezamos a compartir escenarios. Y estar afuera y toparse con los colegas era algo que le daba más ese carácter de escena. No solo estar acá, sino que poder salir y darte cuenta que afuera también se está hablando de una escena dentro de Latinoamérica”.

Por aquellos años, el internet ya estaba jugando un rol importante en la industria musical, aunque con parámetros distintos a los de hoy. Era un período de transición  donde los medios tradicionales habían perdido terreno pero lo virtual aún era un mundo que tenía en el centro a las personas, sin algoritmos ni bots de por medio. Plataformas como Fotolog, MySpace, Soulseek, Napster y posteriormente Facebook y YouTube propiciaban el encuentro entre bandas y también con los fans. 

Además, existía un boom de blogs independientes liderados por melómanos. “Los ñoños a los que les gusta la música nueva estábamos siempre siguiendo este fenómeno de los blogspots, de todas estas páginas que uno podía parar solo con un template de internet y empezar a hablar de música. En esa época salieron millones de medios especializados, totalmente independientes. Entonces uno empezó a seguir todo esto, había mucha información nueva que estaba saliendo a flote que antes no estaba y se empezó a generar toda esta movida de fiesta y de escena independiente que al final empezó a unir a una generación completa de gente que le gustaba la música y que quería consumir algo distinto”, recuerda Roberto Parra, que fue de los creadores del sitio NNM. 

Con las compañías discográficas multinacionales alejadas de esta escena, surgió la posibilidad para pequeños sellos independientes, que utilizaban las herramientas de internet para amplificar el alcance de sus artistas. Quemasucabeza es una de los casos más reconocidos en Chile. Eran ellos quienes editaban un compilado llamado “Panorama neutral” que sirvió de vitrina para muchas bandas chilenas. Su primera edición incluía “Sol de invierno” de Javiera Mena, tema se popularizó en México, principalmente de la mano de la Radio Reactor.

“Fueron varias cosas, pero obviamente internet es donde se va propagando la información y eso hizo que llegara a ese escenario gigante. Me acuerdo que habían miles y miles de personas cantando ’Sol de invierno’ y yo casi que nunca había salido de Chile. Fue heavy”, sostiene Mena.

A Astro le pasó algo similar. Su EP debut incluía la canción “Maestro distorsión”, de la cual hicieron un registro en vivo en la Sala SCD Bellavista, que luego subieron a YouTube. El video fue compartido en el influyente blog Club Fonograma. 

“Eso se replicó y de una llegó como al director de la Radio Ibero, a Juan de Dios Balbi, que era el manager de los Café Tacuba, y la la gente del Vive Latino. Dame la receta de esa hueá para replicarla porque no tengo idea cómo pasó. La canción simplemente pegó mucho en México y la empezaron a programar en radio y la gente la empezó a pedir. Y recibí dos llamadas la misma semana de lugares distintos para bookearnos. Uno de ellos era Vive Latino”, recuerda Nusser.

El cantante reflexiona sobre cómo algo así es imposible en los tiempos actuales, donde reinan las plataformas de streaming y las listas de reproducción. “Lo que tenía de bonito es que era gente directamente pidiendo la canción. Hoy la gente no le pide a un programador de playlist que ponga una canción, consume lo que le pusieron. Entonces, la dinámica es diferente porque era mucho más democrático, aunque en ese aspecto no más, porque por supuesto estaba todo el lobby radial en las parrillas. Pero igual era más democrático porque la gente podía decir que quería escuchar una canción de nuevo”.

Una escena desvanecida

Si bien los nombres más emblemáticos de esa generación conservan su importancia en el ámbito musical chileno, es difícil pensar hoy en día en que siguen siendo parte de una escena como tal. Muchos optaron por radicarse en otros países, como Javiera Mena en España, Francisca Valenzuela en México y Alex Anwandter en Estados Unidos; mientras que otros proyectos colectivos se desintegraron, como Astro o Dënver, que volvieron a reunirse en 2023.

“Yo creo que pasó que a algunos les fue muy bien, con justo derecho, y emprendieron rumbos fuertes, intentando hacerse grandes. Pero al mismo tiempo que habían artistas que ya estaban despegando, había otros que no lograban salir del indie”, teoriza Nusser, que explica que en el caso de Astro, la sobre exigencia de estar implicados en tantos ámbitos del proyecto, les pasó la cuenta. “Era muy entretenido pero extremadamente cansador. Yo creo que por eso, y por otras razones, proyectos como Dënver y Astro terminan, como diciendo: ‘No doy más. Soy demasiado indie para estar en un ambiente pro’”.

Otra posible razón del desvanecimiento de esta escena podría ser la disminución de espacios para tocar en Santiago, algo que se potenció luego del estallido social y la pandemia. Según Montenegro, eso complica especialmente que pueda existir un recambio robusto en el pop nacional, a pesar de que haya proyectos emergentes destacados. 

“Los espacios que hay son enormes. Una banda chica no va a tocar en la Sala Metrónomo, que es para muchas personas. No hay un espacio intermedio, así como nosotros teníamos el Bar Loreto. No hay espacios que tengan su identidad y su cartelera constante para bandas que no son tan gigantes. Creo que eso urge y que sea un espacio de entretenimiento porque, por ejemplo, puede estar la Sala SCD y todo pero pero no. Queremos el bar, queremos el copete, queremos bailar. Que tenga esos elementos extra musicales para la experiencia”, opina Montenegro.

Además, la explosión del reggaetón y el trap también aportó lo suyo y dejó al pop alternativo relegado en el mundo independiente. Hoy, las marcas apuestan por ese tipo de figuras y los sellos discográficos, que hace una década estaban en su peor momento, resurgieron pero para darle la mayor parte de su atención a lo urbano.

“Una de las cosas que hizo que nuestra escena fuera indie, se mantuviera indie, y muriera indie, es que fuimos de la era del MP3, que igual había empezado antes. Nos topamos sin estructura. No habían sellos y los sellos que habían eran los se aventuraban, que podían producir 50 copias de CD o 100 copias de vinilo, apostando toda su plata. No nos tocaron los sellos grandes, porque solo tenían plata para los números y estaban cagados de susto y echando a todos sus artistas por la era del pirateo”, dice al respecto Nusser.

La nostalgia es para siempre

Los días 3 y 5 de octubre se realizará en Santiago y Concepción respectivamente, la primera edición del Festival Paraíso Pop, nombre que hace referencia a cómo el diario español El País bautizó a la escena musical chilena en un reportaje realizado en 2011. Con un cartel formado por los argentinos Bándalos Chinos y los locales Álex Anwandter y Fother Muckers, este nuevo festival, creado por Fauna, parece ser una señal de que comienza a despertar una nostalgia por aquella etapa.

“Estamos en una época súper marcada por la nostalgia y la pandemia tuvo mucho que ver con eso. Estos comebacks de Los Bunkers, de Los Tres, este impactante crecimiento de Miranda!, que probablemente es de uno de los pioneros de este pop en Argentina, ha sido súper sorprendente, más allá de lo que uno podía imaginar. Yo creo que ahora probablemente llega el turno de estas bandas de los 2010, que en el fondo marcaron una generación y que ahora a toda esa gente le encantaría volver a verlos”, explica Roberto Parra.

En noviembre pasado, la reunión de Dënver se concretó con un concierto en el Teatro Coliseo. Según Mariana Montenegro, uno de los comentarios que más recibieron del público es que esa noche pudieron revivir su adolescencia o su juventud. “Es bacán ver eso en retrospectiva porque uno cuando adolescente también tenía una música que sonaba de fondo y que cuando las escuchas dices ‘que entretenido’”, señala.

La cantante dice que le entusiasma que exista un revival de esa época. “Me acomoda porque la nostalgia es para siempre. Y eso no significa que uno se transforma en un cuadro y está colgado en la pared y se acabó la vida, para nada. Está esa nostalgia que se creó y uno actualmente sigue siendo artista, sigue creando, sigue vivo. Entonces yo creo que ser parte de la nostalgia no anula la posibilidad de que estés vigente ahora, sino que está todo bien, como que se potencia y me gusta mucho”, opina la cantante, que recién acaba de publicar un nuevo adelanto de su próximo disco solista, pero que además confiesa que ha estado trabajando con Milton Mahan en el estudio, en lo que podría llegar a ser nueva música de Dënver.

Andrés Nusser también reapareció hace poco en la escena musical, aunque esta vez con un EP que marcó su debut como solista, a ocho años de la separación de Astro. Aunque ha dado a entender que la banda podría llegar a reunirse, rehúye de la nostalgia. “Si ahora le pones play a una canción de Astro, yo me agarro la cara. Hay canciones que son buenas, pero la producción o los instrumentos que escogimos, era todo muy infantil, muy chiquito. Aunque hay canciones que me encantan, no quiero ser tan peyorativo. Pero si me preguntas si prefiero que haya un revival o que sigan haciendo música nueva, te digo música nueva. Preferiría que los mismos artistas viejos se reversionen a sí mismos y vayan para adelante”, dice.

Mariana Montenegro destaca que en la reunión de Dënver llegó mucha gente joven. En medio del show, preguntaron quién los veía por primera vez y cerca de la mitad del público levantó la mano. Javiera Mena también ha visto cómo su música ha pasado a otras generaciones, que de hecho suelen hacer memes con su álbum debut.

“Es muy bonito y es rico poder seguir trascendiendo el tiempo y que las cosas vuelvan a resurgir desde el pasado”, valora y agrega: “Obviamente tus primeros discos van a tener esa frescura de una juventud que es única y es muy bonita y yo no siento que compita lo nuevo con lo antiguo, sino que son dos momentos diferentes nomás. Tú no puedes igualar lo del comienzo, sino que tienes que ir respetando cada periodo y aceptarlo también”.

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